sábado, 7 de enero de 2012

Análisis macroeconómico sobre la productividad de Europa


Últimamente han ido apareciendo de forma regular sorpresas agradables sobre las economías europeas. El desempleo en la zona euro vuelve a caer; la producción crece más deprisa de lo que se esperaba; una encuesta muestra que los empresarios alemanes son más optimistas de lo que eran la última vez que se les preguntó. A este paso, quién sabe, puede que la gente deje de sorprenderse por este tipo de noticias.


Nuevos cálculos arrojan luz sobre la débil productividad en Europa

Que la gente pueda aún sorprenderse dice mucho del don europeo de rebajar las expectativas sobre su desempeño económico, especialmente en comparación con el norteamericano. Hoy es generalmente aceptado que a partir de 1995, después de 20 años de inactividad, la productividad norteamericana comenzó una importante subida que sólo ahora comienza a retroceder. Pero los avances en la tecnología de la información y la comunicación (TIC) y el extraordinario abaratamiento de la capacidad de computación que subyace tras dichas mejoras han tenido mucho menos efecto en la productividad en Europa. Ya está confirmado que en 2006 la producción per cápita creció más deprisa en Europa que en EEUU. Pero la alegría de este dato escasamente puede compensar el disgusto causado por todos los años precedentes.

La reciente aparición de una nueva base de datos, fruto de un proyecto denominado EU-KLEMS, que cuenta con los datos de producción y productividad europeos, no altera esa impresión general. No obstante, los gráficos y el informe adjunto editados por Bart van Ark y Gerard Ypma, de la Universidad de Groningen, y Mary O'Mahony, de la Universidad de Birmingham, dan la mejor imagen hasta el momento de lo que Europa se ha estado perdiendo.

Entre 1970 y 1995 la producción per capita creció en EEUU a una tasa media anual del 1,3%. A partir de entonces la senda creció de forma notable hasta el 2,4% en el periodo 1995-2004. Mientras EEUU se aceleraba, Europa frenaba, cayendo el crecimiento desde el 2,4% anual durante el periodo 1970-1995 hasta el 1,3 % anual en 1995-2004 en los 15 países de la antigua Unión Europea. Dos países nórdicos fueron los mejores del grupo en el segundo periodo: Finlandia y Suecia. Y dos países del Sur, Italia y España, fueron los peores. Los españoles pueden decir al menos que su economía creció rápidamente y afirmar que el bajo crecimiento de la productividad refleja un extraordinario crecimiento en el empleo. Los italianos ni siquiera pueden consolarse con eso.

El equipo EU-KLEMS disecciona la evolución de la productividad europea en dos dimensiones. Primero, divide el total entre las diferentes ramas productivas. Una vez hecho esto, atribuye el crecimiento de la producción, para cada sector de la economía, a los diversos factores: horas trabajadas, capacidades de la fuerza de trabajo, capital en TIC, otro capital y la productividad total de los factores (PTF) –en teoría, la adecuación en la que se combinan los factores anteriores, en la práctica, lo que queda después de que hemos descontado los efectos de los cambios en los factores trabajo y capital.

Las penas crecen

A nivel industrial, Europa ha disfrutado de un rápido crecimiento de la productividad en maquinaria eléctrica y en industrias de la comunicación, que entre otras cosas producen las TIC. En estos sectores el output por hora creció al 7,2% anual durante el periodo 1995-2004, frente al 5% de los 25 años anteriores. Pero la aceleración de la economía norteamericana fue si cabe más impresionante, desde el 7,5% hasta el 10,4% -una tasa que sólo los finlandeses y los suecos pueden batir en Europa-. Más importante fue la pobre evolución de la productividad de los servicios en Europa. El sector de la Distribución pasó del 2,4% al 1,7% y las Finanzas y Servicios a Empresas del 1% al 0,3%. En EEUU, el crecimiento anual de la producción por hora se disparó del 2,6% al 4,4% en Distribución y del 0,2 % al 2,6 % en Finanzas y Servicios a Empresas. Tomados conjuntamente, ambos sectores aportaron la mitad del crecimiento de la productividad norteamericana en el periodo 1995-2004.

Una conclusión de esto puede ser que Europa no sólo es peor que EEUU fabricando TIC sino que además es mucho peor usándolo. Esto es lo que se desprende de la atribución de los factores al crecimiento realizada por los economistas de EU-KLEMS. Para este ejercicio, debido a limitaciones de datos, usan las cifras de sólo 10 países y comparan el periodo 1995-2004 con los 15 años anteriores en lugar de 25. La mayoría de los países europeos usaban a partir de 1995 una proporción más alta de TIC respecto a otras formas de capital en comparación con épocas anteriores. Pero EEUU siguió un cambio mucho más fuerte hacia el uso de las TIC.

Todavía fue peor la tasa de crecimiento de la Productividad Total de los Factores (PTF) en Europa, que es el elemento más grande que explica la caída de la productividad. Entre 1980 y 1995, las 10 economías de mercado crecieron a una tasa anual media del 1,9%. La PTF explica 0,7% de ese total. En el periodo 1995-2004, el crecimiento global fue superior (2,2% anual), pero la PTF sólo contribuyó en un 0,3%. En Finanzas y Servicios a las Empresas, en los que el Valor Añadido Bruto creció a un 3,5% anual, la PTF restó 1,3 puntos. En Italia y en España, el crecimiento anual de la PTF fue negativo.

La mayoría de los economistas estarán agradecidos del detalle de este estudio. Y muchos de ellos seguirán extrañados por la resistencia europea a utilizar las TIC, dada la facilidad con las que hoy en día viajan las ideas. Otro estudio reciente puede sorprenderles todavía más: Nick Bloom, de la universidad de Stanford, y Rafaella Sadun y John Van Reenen, de la London School of Economics, concluyen que las filiales de las multinacionales norteamericanas asentadas en Inglaterra son más productivas que el resto de empresas extranjeras en su territorio que a su vez son más productivas que las empresas nacionales. Las filiales norteamericanas no sólo usan más TIC por trabajador sino que también las usan mejor: Incluso para una cantidad dada de capital TIC, su productividad es mayor. Esto sugiere que las empresas inglesas no sólo no han seguido las prácticas norteamericanas sino que ni siquiera han sabido copiar los métodos que han importado a través de las filiales presentes en su territorio. No obstante, los datos del año pasado (2006) podrían ser una señal de que Europa ha caído finalmente en la cuenta de lo que le falla. Ojalá que sea así.

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